Red Hat, ya supera los US$ 1100 millones de facturación anual

    Jim Whitehurst no usa sombrero rojo, pero sí unas llamativas zapatillas de ese color que hacen que, apenas aparece, las miradas se dirijan a sus pies. Quizás una metáfora de cómo el CEO de Red Hat busca ganar la atención sobre el modelo de negocios en el que se basa la compañía, que distribuye y presta servicios vinculados al software open source o software libre, una tecnología que hoy por hoy concentra -según el directivo- la posibilidad de innovación para las empresas y sus negocios. Red Hat, que celebró en esta ciudad su reunión anual con 4000 asistentes, nació en 1993 con la misión de vender soporte para el uso del sistema operativo Linux -de acceso gratuito- y de promover el desarrollo del software que puede ser adaptado y compartido sin restricciones, en un modelo contrapuesto al de la venta de licencias para el uso de productos que son propiedad de una compañía, como el de Microsoft con Windows. Es una forma de hacer negocios que, de hecho, provocó resistencia entre los vendedores de tecnología bajo la forma tradicional, que hoy se mueven en dirección a permitir la interoperabilidad de datos.

    Actualmente, Red Hat, que supera los US$ 1100 millones de facturación anual, vende suscripciones para servicios de soporte y actualización de productos de software libre y da entrenamiento y consultoría para desarrollos tecnológicos en empresas y otras organizaciones, con las que genera estrategias de interacción.

    En la Argentina, buena parte del negocio se hace con el Estado: provee de tecnologías a la Anses para la gestión de las prestaciones sociales, a la AFIP, al Ministerio de Economía y al PAMI, donde se trabaja en la trazabilidad de medicamentos. El software puede ser desarrollado y modificado por el personal de cada lugar y luego compartido, algo que los directivos locales dicen ver como una ventaja para que los gobiernos se acerquen al open source : además de los menores costos, le asignan a esta tecnología la flexibilidad para permitir adaptaciones en caso de que, por ejemplo, haya un cambio de proyecto político que implique modificar las aplicaciones.

    La compañía, que llegó al país en 2005 y tiene 70 empleados, firmó un acuerdo con la Secretaría de la Gestión Pública, en el que se definen estándares básicos para las contrataciones de tecnologías y una política de precios para los servicios dados a organismos públicos. Whitehurst aclara, sin embargo, que desde Red Hat no promueven normativas que le otorguen beneficios especiales al open source , pero que sí se pretende lograr políticas para evitar discriminaciones en las licitaciones públicas.

    -¿Qué potencial observa para el open source en América latina?

    -La adopción del sistema es muy buena y hemos visto mayor apertura que en otros países; en Brasil el negocio de Red Hat es mayor que en China o en la India. En países emergentes el responsable de tecnología de las empresas nos recibe más fácilmente que en Europa o Estados Unidos, porque llegamos cuando el open source estaba más evolucionado. Hay mucha contribución de la comunidad [de desarrolladores y usuarios] en América latina en cuanto al feedback. La Argentina es un mercado más pequeño, pero nos va muy bien allí con los negocios.

    -Parte del negocio es vender servicios a los gobiernos. ¿Por qué esa estrategia? ¿Ve riesgos por la inestabilidad de las decisiones políticas?

    -Los problemas o presiones financieras o económicas en los gobiernos ayudan a que se recurra al open source. Eso es un disparador, porque los gobiernos suelen ser líderes en las decisiones tecnológicas, aunque varía según los países quién influye a quién: si la decisión del gobierno influye al mercado o si primero adopta algo el mercado y después el sector público. La realidad es que la adopción está muy vinculada a la presión financiera y también a la posibilidad de continuar con las mismas tecnologías ante un cambio, porque en comparación con el software propietario, el de código abierto es menos disruptivo al poder adaptarse.

    -¿Red Hat promueve que los países dispongan legislaciones que favorezcan al software libre?

    -Lo que promovemos no es ni que sea la única tecnología ni que tenga ventajas respecto de otras, sino que pueda ser parte de las opciones. Hay licitaciones públicas en las que, por ejemplo, se incluye la exigencia de que se ofrezca Excel, con lo cual no hay muchas opciones... El trabajo de Red Hat, por ejemplo, en la Unión Europea tiene que ver con lograr que se remuevan de las licitaciones públicas aquellas particularidades que obligan a comprar paquetes cerrados de tecnología.

    -¿Y qué razones tendría una empresa para mudarse a la tecnología open source?

    -Hay dos claves de valor: ofrecemos un producto moderno que corre en aplicaciones de misión críticas; lo usan 28 bolsas de comercio como las de Nueva York, Tokio y San Pablo, y eso prueba que la tecnología es poderosa a una fracción del costo de la tradicional. El otro punto importantes es que si las compañías buscan innovación y estar en el mismo ciclo que Facebook o Google -usuarias de open source-, tienen que basarse en esta tecnología, porque es en el software libre donde está la innovación. Al inicio fueron las empresas financieras y de telecomunicaciones las que tomaron el sistema, pero hoy hay un impacto en todos los sectores.

    -¿Cuáles son las expectativas sobre el futuro del negocio de Red Hat?

    -Hasta ahora se logró ser una alternativa a la industria tradicional de software. La visión de mediano plazo es ser un referente en el sector de los servicios en la Nube; el desafío es ser un líder en ese sector.

    Fuente: La Nación Argentina

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