Basado en los ampliamente reconocidos y casi siempre respetados derechos humanos de disfrutar y memorizar obras de arte a las que se pueda acceder, y de conceder y aceptar el acceso a ellas, este artículo clama derechos legítimos para preservar el acceso a las obras, para convertir dichas obras a otros formatos y medios, para descargar y subir obras a Internet, y para recibir y compartir obras en redes P2P. El pleno gozo de estos derechos humanos es la legítima defensa contra los constantes ataques a ellos. No deberíamos sentirnos culpables o avergonzados por compartir o descargar archivos digitales. Sin embargo, el lavado de cerebro producido por la industria editorial de música, cine y software tuerce nuestras nociones de lo que está bien y lo que no. Confundidos y asustados, renunciamos a nuestros derechos y aceptamos leyes que sirven a su codicia, en desmedro de la sociedad. Argumentando esas leyes torcidas para probarnos equivocados y culpables, buscan aún más poder legal sobre nosotros, mientras fingen ya tenerlo. Pero ellos no lo tienen, ni pueden tenerlo, siempre y cuando nuestros derechos humanos sean respetados.
Exoneración de responsabilidad: el autor no es un abogado. Nada en este artículo debería ser interpretado como un consejo legal. Sin embargo, si estás amenazado o demandado por la industria editorial o por las fuerzas policiales anticopia que están estableciendo, muéstrale este artículo a tu abogado.
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