Lo recalco para que nadie se lleve un chasco si la experiencia que encuentra navegando con Microsoft Edge en Linux no es la que esperaba, pero su estado actual equivale a de una versión beta o alfa. Dicho lo cual, lo he probado por encima y aunque no lo puedo comparar con la versión de Windows porque no uso Windows, me ha parecido completo y estable. Pero esa es solo mi impresión, así que ve con precaución, sobre todo si utilizas el navegador para cosas serias y sincronizas datos.
Como es bien sabido, el nuevo Microsoft Edge se basa en Chromium y las similitudes con este o, para el caso, con Chrome, son más que evidentes y facilitan bastante la transición. Microsoft ha hecho con Edge lo mismo que hicieron antes Opera, Vivaldi o Brave: adaptar la base a sus requisitos, proporcionando su propia interfaz, funciones e incluso servicios. Así, hay detalles que cambian, pero por lo demás es como estar usando cualquier otro derivado de Chromium.
Lo más destacado de Microsoft Edge es la interfaz, que retoca ligeramente el diseño de las pestañas y la barra de herramientas y otros elementos que, como es de esperar, han sido adaptados por Microsoft para ofrecer una experiencia exclusiva. Por ejemplo, Microsoft Edge tiene su propia página de inicio y nueva pestaña, configurable para ser más o menos minimalista y mostrar solo unos pocos enlaces favoritos o un montón de noticias desde MSN.com.
Microsoft Edge dispone también de un sistema de sincronización de datos ligado a la cuenta de Microsoft, barras laterales donde mostrar los marcadores, un capturador web y una función llamada colecciones que básicamente es una suerte de marcadores visuales organizados por categorías en los que es posible guardar contenidos web al estilo Evernote -páginas completas, fragmentos o imágenes y notas- en la nube, por lo que es imprescindible haber iniciado sesión en el navegador para utilizarlo. Y Bing como buscador predeterminado, por supuesto.
Otra característica de Microsoft Edge es que tiene su propia tienda de extensiones, más limitada, pero más curada que la Chrome Store. Pero si se necesitan más extensiones no hay problema, porque con entrar en la Chrome Store saltará un aviso para habilitar el soporte. En este sentido es muy similar a Opera, que también permite personalizar la página de nueva pestaña con noticias y tiene sus propias extensiones.
Y no hay mucho más que contar. Su integración con el escritorio es buena, pero al igual que la mayoría de derivados de Chromium a excepción del propio Chromium y Chrome, utilizarlo con la barra de ventanas en modo CSD (ver imagen de arriba) canta un poco y los temas disponibles no lo mejoran; pero siempre se puede usar con la «barra de título y bordes del sistema», que de hecho es como se inicia por primera vez (ver imagen de abajo).
Luego está el tema de la privacidad, claro, y es que Microsoft Edge además de software privativo no está nada bien considerado en materia de privacidad, más allá de las herramientas que aporta: unas protecciones contra el rastreo que se encuentran en las preferencias del navegador y que recuerdan bastante a las que ofrece Firefox por como están presentadas, con tres niveles de bloqueo.
Si visto lo visto te apetece echarle el vistazo, lo único que tienes que hacer es entrar en la página de descargas de Microsoft Edge Insider y descargar el instalador que corresponda. Por el momento solo hay dos en formato Deb y RPM, ambos solo para 64-bit.
Como he dicho en otras ocasiones, no hacía falta que Microsoft Edge llegase a Linux porque tenemos alternativas de calidad de sobra en lo que a navegadores web se refriere, pero tampoco es malo tener una más y si resulta de utilidad para aquellos usuarios que utilizan tanto Windows como Linux, bienvenido sea.
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