En las pruebas realizadas se ha hecho especial hincapié en el rendimiento general del sistema, la velocidad de arranque y el consumo de energía en dispositivos móviles; ahí fue donde saltaron las alarmas.
Al principio el aumento de la pérdida de batería se achacó a Unity, la nueva interfaz de escritorio de Ubuntu, pero con el entorno clásico los resultados era prácticamente idénticos. Buceando un poco más en el asunto, el autor de este reporte parece haber llegado a la conclusión de que el causante de este comportamiento sería el kernel Linux 2.6.38, que acusaría una importante regresión en su código.
Como es habitual, estas afirmaciones están basadas en el Phoronix Test Suite, aderezadas con muchas gráficas de muestra que podéis ver en los enlaces puestos -junto a mucha más información-, de las cuales podemos ver a continuación tres básicas, aunque pueden llegar a ser un poco confusas.
Las cifras en cambio son bastante esclarecedoras, mostrando en los mejores casos una disminución del 10%, en los peores de hasta el 25% en lo que a pérdida en tiempo de batería se refiere. Se ha repetido la prueba también con el kernel 2.6.39 RC, con los mismos resultados. Y que nadie piense que este aumento del consumo se traduce en mejor rendimiento, porque no es así.
Phoronix suele ser una página bastante competente en estos temas, aunque las baterías de tests en las que basan sus apreciaciones no son la vida real. Por otro lado, es un tanto extraño que tanta certeza no se haya intentado corroborar haciendo las pruebas en una distribución que no fuese Ubuntu.
Todo un problema con la gestión de energía que de llegar a confirmarse supondría un gran chasco en estos terrenos en los que Linux se ha mantenido con un desempeño bastante aceptable. Falta escuchar lo que tengan que decir los desarrolladores de las principales distribuciones que están por lanzar versión en este año (y los usuarios, por supuesto), siendo la primera Ubuntu 11.04 en tan solo 3 días.
Fuente: MuyLinux