Robot diseñado con herramientas de software libre, finalista en un concurso de la NASA
Los cuatro integrantes del equipo aragonés que pretende explorar el espacio con un robot libre de programación open source –lenguaje en el que se escriben los programas informáticos que puede ser modificado por cualquiera– tienen entre 23 y 46 años. Se conocieron en la reunión de hackers Arduino Day de Zaragoza, el pasado 29 de marzo. Carlos Sicilia Til, ingeniero eléctrico y electrónico, había construido, a lo largo de ocho meses, una réplica plenamente funcional del robot Curiosity. Por pura pasión se gastó entre 3.000 y 4.000 euros de su bolsillo, aunque prefiere no hacer la cuenta total –"lo haces como hobby y te encuentras en esta situación un poco sin querer"–. Después, durante los dos días de concurso, el equipo programó la máquina.
A Sicilia no le motiva solo su afición. Colabora con una asociación de jóvenes, y tiene un sobrino de 11 años al que enseña electrónica. "En Reyes le regalé un Lego para hacer robots programables. Cuando podemos, nos juntamos y le enseño a montar. La ingeniería pura y dura es muy seca, pero todas las aplicaciones que se le pueden dar son tremendamente amplias".
En la Casa de Juventud Casablanca (Zaragoza) tiene un taller de trabajo de cuero. "Al final de cada clase empecé a meter una cuña de reciclaje electrónico: utilizar los aparatos que tenemos en casa para hacer cosas nuevas", explica. La fuente de alimentación de un ordenador antiguo, por ejemplo, puede utilizarse para crear chapas de metal con bajorrelieve (para adornar el cuero) mediante electrolisis. "A las impresoras se les pueden extraer los motores para hacer robots, y con componentes del microondas podemos hacer bobinas de Tesla". Quiere que los jóvenes "sean conscientes de que no todo es llegar y comprar en las tiendas. Cualquier proyecto que se compra lleva un trabajo importante detrás".
"En todos los campos de la tecnología se está trabajando para liberalizar los planos y los códigos", explica Luis Martín Nuez, ingeniero electrónico de 23 años y miembro del equipo junto con Sicilia, Alejandro Gallego Torrijos y Luis Frisón Alegre. Para él compartir el conocimiento tiene lógica, "porque así evolucionan más rápido los proyectos". Es la filosofía de los makers, los inventores –actualmente bastante centrados en la impresión 3D– que organizan conferencias y maratones para compartir proyectos, tutoriales y programación con la idea de aprender de todo por el placer de crear cosas nuevas.
El creador del robot explica su funcionamiento: "La placa Arduino Mega (hardware de código abierto) es responsable de otra plaquita que controla los motores. Estos dan movilidad a las articulaciones del brazo y de la dirección de las ruedas. Y otra placa distinta controla los motores de movilidad, los giros y la elevación de la cabeza", detalla Sicilia. "En ella hay un visor para detectar obstáculos y una cámara de alta definición que enlaza vía radio con una estación de tierra (un ordenador portátil conectado a un monitor de alta definición)". El robot también lleva un rayo láser que puede "pulverizar pequeños trozos de cartón y madera". En teoría, si el modelo es open source, los creadores podrían añadir otros sensores que propusieran sus colaboradores.
La exploración espacial democrática tiene su precursor. El año pasado, gracias a una campaña de microfinanciación por internet, la empresa NanoSatisfi creó ARDUSAT. Es un satélite construido también con una placa Arduino y programado en código abierto. Fue lanzado al espacio el pasado noviembre y en principio (el proyecto aún está en fase beta, o de prueba) puede ser controlado por cualquiera para sus fines mientras está en el espacio, siempre que el usuario interesado se cree una cuenta en la página oficial. Ahora mismo las inscripciones están cerradas y hay que apuntarse a una lista de espera.
"Este vehículo ha salido de una habitación de tres metros cuadrados, con una sierra y una lima", dice Sicilia. Llevarlo a Marte son palabras mayores: habría que construir un modelo distinto, con las estructuras adecuadas que lo protegieran de la radiación. Por ahora, la satisfacción de los zaragozanos es haber pasado a la última fase en competición con equipos universitarios de EE UU, Japón y Rusia.
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